por Alejandro Parisi
(viene de acá)
A mitad de camino, Fabián le pide que detenga el auto a un costado de la ruta. El perro duerme profundamente. La noche es fría y húmeda. Sobre el campo se extiende una bruma blanquecina. Fabián baja del auto y abre una puerta trasera para que el perro baje y los deje tranquilos durante un rato.
¿Llegamos?, pregunta Daisy.
No, pero necesitaba hacer una escala técnica, dice él volviendo a ocupar su lugar junto a ella.
Entonces Daisy enciende la radio y comienza a quitarse la ropa sin que él necesite agregar nada.
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