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Autores y temas en danza

martes, 18 de septiembre de 2007

La caída (nouvelle inédita, fragmentos, 4)

por Alejandro Parisi

(viene de acá)

Después de comprar fichas por otros mil pesos, caminan abrazados hasta la mesa de la ruleta. Daisy apuesta al azar, sin ninguna estrategia más que la de apostarle a cualquier número que se le venga a la cabeza. Pierden los primeros trescientos pesos entre carcajadas, besos y caricias. Daisy retira las fichas directamente de los bolsillos de Fabián, demorándose en todo lo que encuentra allí abajo. Fabián le pellizca el culo, le acaricia la cintura y hasta se atreve a deslizar su mano por debajo de la minifalda para juguetear con una bombacha breve humedecida de sudor.
De pronto Daisy comienza a ganar hasta juntar tres mil pesos, y cada vez que acierta el número que sale en la ruleta festeja alzando los brazos y frotando sus caderas contra Fabián. Entonces él vuelve a besarla y le murmura cosas al oído.
Más tarde se dirigen al restaurante y comen una parrillada para dos con dos botellas del vino tinto más caro que ofrece la carta. Aunque la robustez de su cuerpo indique todo lo contrario, Daisy come como si no lo hiciera desde años. Le cuenta que tiene veintidós, que vive con sus padres en Saladillo, que tiene varios hermanos… Y varias cosas más que a Fabián le importan poco y nada. Él la escucha con la mirada perdida en sus tetas, y cuando ella acaba el postre (un flan industrial, mixto y enorme) él paga la cuenta y al fin salen a la calle.
Se tambalean por el estacionamiento, y durante algunos minutos Fabián se empecina en encontrar el BMW que perdió hace días.
Qué boludo, se ríe después, ahora tengo un auto que me prestaron.
Daisy también se ríe, feliz por haber ganado tanto dinero, y el frío de la noche remarca aún más los pezones que se elevan sobre el top negro. Apoyados sobre un auto cualquiera, se besan y se tocan con violencia. Él le muerde el cuello, los hombros; ella mueve las manos como si fuera una experta. Después de un rato, cuando Fabián está a punto de bajarse los pantalones, Daisy le recuerda que están en la calle y pide que vayan a otro sitio.
Entonces Fabián comienza a buscar el Fiat Uno con la vista nublada por el deseo y el alcohol. Cuando encuentra el auto, abre la puerta y lo reciben los ladridos de un perro negro. Fabián grita con miedo y se aleja unos metros hasta que recuerda que el perro es suyo y no tiene por qué asustarse. Daisy está orinando detrás del auto, con la minifalda a la altura de los tobillos. Al verla, él se acerca y otra vez comienza a besarla y a palpar su cuerpo como si quisiera aprenderlo de memoria.
Ya en el auto, Daisy acaricia al perro al tiempo que dice:
Qué lindo que es. ¿Cómo se llama?
Fabián.
¿Tiene estéreo el auto?
No, pero tengo radio.
Ella toma la radio, la enciende y busca una emisora que pasa cumbia. Baila en el asiento haciendo que los ojos de Fabián se entornen aún más para seguir todos sus movimientos. Parece feliz o enloquecida; en cualquier caso él está orgulloso de tenerla a su lado, dispuesta a todo lo que él le proponga. Continúan besándose, tocándose, y sólo se detienen cuando un hombre vestido con el uniforme de una empresa de seguridad les pide que se vayan. Furioso, Fabián intenta decirle algo pero el otro no puede oírlo porque los vidrios están cerrados. “Hijo de puta”, piensa Fabián, pero de pronto se da cuenta de que está demasiado borracho como para pelearse con nadie. Así que apaga la radio, abre la puerta y le entrega un billete de cincuenta pesos al tipo.
Disculpe, dice el hombre tocándose la gorra, y se aleja del auto.
¿Vos lo arreglás todo con plata?, pregunta Daisy.
Todo se arregla con plata, contesta él, y comienza a sacar algunos de los pocos billetes que le quedan para metérselos a ella entre las tetas mientras la besa y el otro Fabián ladra en el asiento trasero.
Lugo enciende el auto y sale del estacionamiento a toda velocidad, lanzándose a la ruta. Conduce en zigzag, como si no pudiera controlar el volante. Al fin, asustada, Daisy se ofrece para conducir y Fabián acepta sin oponer resistencia.

5 comentarios:

lenguaviperina dijo...

che, muchachos, no creo que funcionen los textos de veinte páginas posteados. pidanle consejo a grillo, el webmaster, que, aunque a veces se contradice y postea cosas largas, la tiene bastante clara (o la tuvo, no sé: al menos en diario de un neurótico por un tiempo largo hizo la que para mí fue la mejor editing de los blogs que conozco: te mantenía ahí, en vilo, palo y palo).
pero yo diría, lo breve y bueno...

Divan dijo...

y???? que paso??? en que andann??? por lo que se desaparecidos ....espero que sea por algo bueno!

saluditos,

Anónimo dijo...

Ni mucho, ni poquito...hace días que nada, nada, nada

pebbles dijo...

muy bueno! :)

Federico Nicolás de Gregorio dijo...

Que pasó??? vuelven?? se los extraña?? necesito que siga La caída...
Bue los sigo esperando.

Saludos.