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Autores y temas en danza

viernes, 24 de agosto de 2007

Apuntes acerca de mi viejo (2)


por Diego Grillo Trubba



1. La pregunta es, otra vez, mi padre, aunque quizás no sea una pregunta. O sí. Hay una pregunta de fondo, el por qué no me quiso, por qué no supo quererme. Hay una ausencia de definición, qué es querer, qué es saber querer. La pregunta, entonces, es una intención. La intención de buscar pruebas que confirmen o refuten la hipótesis. Pruebas que confirmen o refuten la pregunta de fondo.
-¿Por qué decís que no te quiso? -pregunta mi analista.
-Porque no estaba, porque se borraba -digo.

2. No sé cuándo fue la primera vez que se borró. Digo, lo sé de oídas, versiones. 1971. Yo tenía tres meses. Mi viejo (25 años) y mi vieja (24 años) se llevaban como el culo. De acuerdo a las versiones que ambos darían, en lo único que iban a coincidir en sus versiones posteriores, discutían mucho. Tanto, que mi viejo agarró las cosas y se fue. Primero se fue, luego se separaron, luego vendieron el departamento, y luego ya nada quedaba de ese matrimonio. Salvo yo, claro. Los restos de un matrimonio.

3. Pasaba cada semana, a veces cada quince días. A veces dejaba de pasar, y a veces regresaba. Recuerdo con nitidez una de las interrupciones, el motivo de una de las interrupciones. Yo tenía seis años. Papá, 31. Ya era gerente de una metalúrgica, de esos que son los primeros en llegar y los últimos en irse, de esos que creían en dar el ejemplo. Para él el día empezaba a las cuatro de la mañana. Pasaba los sábados -sábado por medio-, me llevaba a tomar algo, caminábamos por Santa Fe. Pasaba a las 9 de la mañana. Para mí, con seis años, 9 de la mañana era una especie de castigo. Me levantaba y salía somnoliento, y veía su figura tras la puerta del edificio, borrosa. Desayunaba adormilado, apenas si escuchaba los problemas de su fábrica. Un día, le pedí a mi vieja que le preguntara a papá si podía pasar más tarde, que las 9 de la mañana era muy temprano. Se borró por seis meses, ofendido.

4. Otra vez dejamos de vernos -yo ya era grande, corresponde la primera del plural- por plata, la única discusión que tuvimos en la que me dijo que yo sólo lo veía por la plata y en la que yo le dije que sabía que él creía eso. Cortamos el teléfono sin despedirnos. No nos vimos por cuatro años.

5. Era así. Verse un tiempo, que surja un conflicto y desaparecer, tomar distancia. Un tiempo.

6. La última ocasión en que se alejó fue en el 2005. Octubre del 2005. Se pegó un tiro. Las cosas le iban mal, me dijeron. Utilizó un arma que le había regalado su cuñado, mucho tiempo atrás. Antes de apretar el gatillo, escribió una nota: Les pido perdón a mis hijos, pero no aguanto más. No sé si yo estaba incluido en ese plural, o si se refería sólo a los hijos de su segundo matrimonio, a los que había criado. No sé, la cuestión es que apretó el gatillo. El arma era vieja, la pólvora húmeda. La bala se disparó, pero débil. Se quedó incrustada en el cráneo. Minutos más tarde, el rostro sangrando, bajó la escalera que comunicaba con la planta baja de su casa, donde estaba su mujer, y le dijo:
-Mirá lo que hice.

7. Me enteré en noviembre del 2005. Mamá y mi hermano me acompañaron a verlo. Estaba internado en un psiquiátrico, en el barrio de Florida. Entré por primera vez a un manicomio, a ver a mi padre. Mi vieja lo señaló, no lo reconocí. Él a ella sí, y se acercó apurado. La abrazó. Ella me señaló, le preguntó a mi viejo si sabía quién era yo. El me miraba, entrecerró los ojos.
-Diego -dijo mamá.
-Dshiego, shi, Dshiego -dijo él.
Y me miró. Unos ojos lánguidos, extrañados en forma permanente, como si redescubriese el universo a cada instante. Comprendí. Papá había sobrevivido al disparo, pero la bala había provocado daños en su cerebro, y lo confinarían a ese psiquiátrico. Él, en tanto, se había confinado por accidente -al fin y al cabo, cuando apretó el gatillo deseaba morir- a terrenos aún más oscuros, más lejanos. Estaría distante hasta el final.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué triste.

Beso,

Guille.

Estrella dijo...

Tristeza. Más que tristeza, herida en el centro mismo del corazón.

Anónimo dijo...

Pregunto Grillo Trubba ¿usted anda siempre así, con el corazón en la mano?
¿Será un buen exorcismo para alejar el dolor la escritura?
¿Será la buena escritura un exorcismo?

andy dijo...

Triste, si, alguna vez pudiste hablar con el de verdad?

Anónimo dijo...

La vida sigue Elemental

lenguaviperina dijo...

la escena de la escalera: tan dura como potente. mirá lo que hice. alguien dijo que escribimos para sobrevivir.

Divan dijo...

Excelente relato aunque duro. Espero la próxima entrega.

giselisima dijo...

uh,triste.
Yo aprendi , entendi o quise entender de alguna forma que mi viejo me quiso como pudo.Con sus limitaciones.
Tambien se fue y tambien lo extraño mucho