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Autores y temas en danza

viernes, 31 de agosto de 2007

Romero y Julieta (3)

por Elemental


(viene de acá)



...Imaginate cómo estaba cuando volví al departamento y Julieta corrió para saludarme como siempre. Mucha fiesta no le hice, fui directo a la cocina, le llené el tazón con alimento balanceado y leche y se lo apoyé en el piso. Ella me miró, supongo que le pareció raro que yo la tratara así, tan frío. Me acuerdo que se sentó adelante y me miró fijo un rato largo, hasta me ladró, y como yo no le daba ni cinco de pelota se dio vuelta y se fue hasta el tazón. Ahí no pude más y le dije esperá. Así, firme, porque tenés que ser firme. Esperá, le dije, y ella giró la cabeza y movió la cola. Entonces agarré el tazón y lo puse sobre la mesa, la misma mesa en la que me había servido un sánguche para mí. Me senté en una de las sillas, y le di una palmadita a la que tenía al lado mío. Arriba, Julieta, le dije. Y ella entendió, claro. Porque como te digo: era inteligentísima. Con decirte que era la preferida del paseador, que la venía a buscar todas las mañanas y siempre me contaba que ella era la más obediente de todas. Una mañana, cuando vino a buscarla, Julieta iba moviendo la cola y yo vi a un ovejero que podía ser una bestia, y que cuando la vio le tiró un lametazo y mi Julieta se mandó para olisquearle el coso. Dejá, hoy no va, le dije al paseador, y el pendejo se me quedó mirando. Mucho menos entendió cuando no la dejé ir al día siguiente, y al otro. Al cuarto día ni pasó. Me llamó a la semana siguiente, para preguntarme qué iba a hacer, y le dije que prescindía de sus servicios. Así, se lo dije: prescindo de sus servicios. Y bueno, me tuve que hacer cargo yo, de sacarla. Una vez a la mañana tempranito, otra al volver del laburo y otra a la noche después de la cena. El momento del día en que más contenta se ponía era cuando yo volvía del trabajo. Ya cuando cerraba la puerta del ascensor Julieta empezaba a ladrar, y cuando abría la puerta del departamento ella empezaba a saltar alrededor mío, contenta porque iba a salir a pasear. Ya te digo, era inteligentísima, se sabía todas las rutinas. Con decirte que una vez, cuando volví del trabajo, de tanto saltarme alrededor yo trastabillé y fui a parar al suelo. Julieta se me subió al pecho, una pata a cada lado de mi cuello, y acercó la boca a mi cara, y me empezó a dar lametones. Yo le decía está bien, Julieta, está bien, pero ella seguía. Y la tuve que abrazar, para que parase. Y cuando la abracé ella apoyó la cabeza en mi cuello, el cuerpo calentito, y yo le pregunté al techo qué vamos a hacer vos y yo. Aunque, la verdad, se lo preguntaba a ella… Porque yo le hablaba, le preguntaba. Teníamos tanta confianza… Con decirte que ella dormía en la cama, a los pies, pegadita a mí. Una vez, en invierno, sentí que temblaba. Hacía un frío de morirse, te lo juro. Y me dio cosa, le dije que viniera hasta la almohada, y ella se mandó decidida, loca de contenta, y se metió debajo de la colcha, y nos dormimos abrazados. Era lindo, dormir con ella. El cuerpo suave, calentito. Me daba tanto calor que a veces me tenía que sacar el pijama. Y una vez, sí, lo admito, me saqué el calzoncillo. Bueno, una vez no. Pero una vez fue la primera vez. Y después nos acostumbramos. Cuando me despertaba, lo primero que veía era la carita de Julieta, tan tranquila. Se veía feliz, te lo juro. Pero feliz, feliz, eh. Por eso, no entendí cuando la vieja conchuda de mi vecina me cortó el paso en el hall del edificio y me dijo que lo que yo estaba haciendo estaba mal. Yo traté de avanzar, pero la vieja comedida se quedó adelante y me repitió eso: lo que usted hace está mal. Le dije que no sabía de qué me hablaba, y ahí la vieja me dijo que desde el comedor de su departamento se veía todo, que nos veía a Julieta y a mí. Esa misma noche, cuando volví del trabajo, bajé las persianas. Igual ya era tarde....

(continuará)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que continúe pronto, por favor.

giselisima dijo...

siga, que me agarra la angustia

Muc dijo...

Vamos elemental! Queremos el final!!