por El Libanés
(viene de acá)
3 – El humor de la moral
La apuesta estaba hecha. Tocaba Aristimuño en Niceto el viernes siguiente… ahora que lo pienso creo que el recital era en quince días, sí, era en quince días, porque antes hubo tiempo para que se presentara El Capo Cómico que habita en mí, el tipo chispeante y decidido, capaz de encender una hornalla con el gas apagado. “Visto, estimada Selene, que toca nuestro querido Lisandro y usted supongo irá y yo desde luego iré, no puedo menos que decir: vamos juntos”. A lo que ella respondió que sí, que le parecía una buena forma de conocernos pero que, sin embargo, la incomodaba un poco algo que no tenía que ver conmigo sino con la situación en general, o con otra cosa, “pero no te lo tomes personal, porque no es con vos, sólo que todo es un poco raro y ya… si querés, cuando vayamos con mi amiga a sacar las entradas, sacamos una más para vos… ¿necesitas más?” ¿Con la amiga? Sí, Selene, estaba pensando en invitar a mi grupo de amigos de la secundaria y a Jesús, un compañerito de la primaria, que con ese nombre y todo era el Diablo metido en el cuerpo de un niño.
Lo que otros verían como algo triste, pesado, imposible de remontar, algunos lo vemos como una posibilidad de hacer humor, y entonces ahí hace su entrada el Capo Cómico, con sus patines de rueditas trabadas, impulsado por las manos de la necesidad y tirado por la soga de
1. Ambas nos comprometemos a no juzgarlo por el primer comentario idiota que haga.
2. Ambas nos comprometemos a no hablar en secreto mientras él esté presente.
3. Ambas nos comprometemos a no arrojar ropa interior al escenario mientras él esté presente.
.................. .....................”
Ese mismo jueves, en la visita correspondiente a mi analista, le dije: Luisa, seamos sinceros: decime quién es Selene en verdad y qué tiene que ver con vos, cómo se conocen, hasta dónde puedo “salir” con ella sin pensar que es una maquinaria tuya para curar ciertos problemas míos, una especie de reality, con cámaras y todo, en el que se analiza mi comportamiento (“errático”, “errante”, “cobarde”, “onanista”) frente a la mujer, la mujer que es una amiga o una puta, la mujer que es mi madre una amiga una puta, la mujer para casarme o para coger, el espejito de la moral familiar; mi bisabuelo que vino de El Líbano y montó en San Eduardo, un pequeño pueblito de Santa Fe, una tienda de ramos generales, donde golpeaba el fondo de las cacerolas contra el mostrador de madera y decía “irrompible, dura más de cien años”. Como
(continuará)
3 comentarios:
Si a Buenas Tetas le gusta Aristimuño, le aconsejo que le recomiende Fernando Cabrera. Buenas Tetas morirá de amor y se olvidará de sus amigaslasdamasdecompañia
genial
diego: para cuándo la antología de los corazones rotos con este cuento en el top 5 como mínimo?
beso
porfa!!! que siga!!!!
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